Cuando se habla de minería en Chile, pocos miran hacia Valparaíso. Sin embargo, este sector no es marginal en nuestra región: la minería directa representa el 4,5 % del PIB regional, según cifras del Consejo Minero y el Banco Central de Chile (2023). Pero la verdadera magnitud aparece al ampliar la mirada: si incorporamos a los proveedores que conforman la cadena de valor extendida —industria manufacturera, servicios de ingeniería, certificadoras, desarrolladores tecnológicos, servicios logísticos y portuarios— el aporte de la minería al PIB regional podría alcanzar entre 12 % y 15 %, situando a esta industria como uno de los motores más importantes de nuestra economía región.
Ese potencial no está en las toneladas extraídas, sino en la capacidad de generar encadenamientos productivos, innovación y sofisticación empresarial. Establecer políticas claras de desarrollo de proveedores mineros se vuelve entonces una condición indispensable para transformar la minería en una palanca de crecimiento regional sostenible y descentralizado.
Tal como señaló el Presidente de ASIVA, Alfonso Salinas, la minería ocupa un espacio significativo en nuestra estructura económica. Y a ello agrego un desafío: convertir esta presencia en un motor que impulse a las empresas locales, especialmente a las pymes, hacia estándares de calidad, hacia la competitividad, y hacia la innovación que les permitan no sólo abastecer a las faenas cercanas, sino también proyectarse a nivel nacional e internacional. Y es porque el encadenamiento del conocimiento hacia atrás sin duda es una estrategia que nos puede permitir complejizar nuestra economía, y por ende, diversificar nuestra matriz productiva a partir del desarrollo y sofisticación de los productos y servicios de los proveedores de la industria minera, dándonos la oportunidad de pasar de exportar minerales a exportar minería, es decir, conocimiento, servicios y soluciones con sello regional.
El reto es diseñar un ecosistema de compras locales que vaya más allá de bienes y servicios tradicionales. Debemos incorporar tecnologías limpias, modelos de gestión innovadores, productos sofisticados y prácticas sostenibles. Esto requiere políticas públicas y privadas alineadas en torno a la capacitación, y financiamiento para la Investigación, Desarrollo, Innovación y Emprendimiento que fortalezcan a nuestros proveedores y los preparen para responder a las exigencias de la gran minería, con efectos positivos que también permeen hacia la mediana y pequeña minería.
Aquí el Clúster Minero de ASIVA cumple un rol estratégico: articular empresas mandantes, proveedores, universidades, centros tecnológicos y autoridades para que las cosas pasen. No basta con conectar oferta y demanda; se trata de construir confianza, identificar brechas y fomentar proyectos colaborativos que consoliden la cadena de valor regional.
Ejemplos concretos ya se vislumbran: catálogos regionales de proveedores innovadores priorizados en los procesos de adquisición minera; mecanismos de homologación y certificación; y programas que promuevan soluciones locales como alternativa a las importaciones. Estas acciones no sólo dinamizan la economía regional, sino que además reducen tiempos de traslado, costos logísticos y huella de carbono.
De esta manera, el desarrollo de proveedores se transforma en un círculo virtuoso: la minería demanda soluciones cada vez más sofisticadas; los proveedores locales responden con innovación y competitividad; y la región entera se beneficia con un crecimiento inclusivo, diversificado y resiliente.
Valparaíso tiene la oportunidad de convertirse en un referente de articulación productiva a nivel nacional. Impulsar políticas de desarrollo de proveedores, junto al trabajo articulado del Clúster Minero de ASIVA, marcará la diferencia hacia una minería que deje capacidades, empleo y conocimiento en el territorio. Esa es la minería del futuro que, desde Valparaíso, queremos construir.
Juan Contreras
Presidente del Cluster Minero de ASIVA